Esto era ya 1968 - 1969 yo decidí volver a Madrid y buscar trabajo en el mundo del diseño la decoración o el mueble y me mantendría mientras tanto con el dinero ahorrado en Huelva, Estaba decidido, queme las naves enviando todas mis pertenecías a un guardamuebles de Madrid y a mi familia, ya tenía 4 hijos y otro de camino, a casa de mis suegros a Sevilla que se podían permitir tenerlos mientras yo buscaba una nueva vida. Me acomode en un hotelito barato y empecé a moverme, pero a los pocos días se presento mi amigo Vicente Vela que ya estaba bien instalado como diseñador de Loewe con un buen piso y un estupendo estudio, que me fuera a su casa, no tuvo que insistir mucho porque el hotel se me caía encima,
1968.- Había caído el ministro de educación el jerezano Lora-Tamayo y en su lugar entro Villar Palasi, (Gobierno de los tecnócratas) aumentando la mayoría del Opus en el gobierno, Florentino Pérez Embid (Opus Dei) (Aracena (Huelva) 1918 - † Madrid 1974) fue nombrado Director General de Bellas Artes, Archivos y Bibliotecas, Ceso a Chucea Goitia como director Museo de Arte Contemporáneo, desmonto el Museo de Arte Moderno del que acababa de jubilarse su director Enrique Lafuente Ferrari, Museo que andaba en absurda competencia con el Contemporáneo y envío los fondo del el siglo XIX al Museo del Prado y los del XX al Contemporáneo que desde entonces paso a llamarse Museo Español de Arte Contemporáneo.(MEAC) y nombran director de este a Luis González Robles (1916- † 2003) (“Siéntate en la puerta y veras el cadáver de tu enemigo pasar”) a Chueca, el mismo que nos había dado una patada en trasero a todos incluido Luis, El conserje seguía siendo el mismo y el día que toma posesión González Robles pidió el traslado y desapareció.
Joaquín de la Puente Pérez, (Santander 1925 - † Madrid 2001) era una persona muy conflictiva, Yo le conocía desde mis tiempos de Bellas Artes estudios que él había realizado. Era ayudante de Lafuente Ferrari en sus trabajos de Historia del Arte. Con la ayuda de este fue el primero que consiguió ser conservador rompiendo la barrera corporativista de los licenciados en la facultad de Filosofía que en las oposiciones no dejaban pasar a nadie que no fuera de esa licenciatura. De la Puente es conservador y secretario, del Museo de Arte Moderno, Cuando Lafuente se jubila, el estaba convencido de ser el nuevo director,
Joaquí de la Puente |
Con la desaparición de Arte Moderno a él lo nombra subdirector del MEAC se siente defraudado porque creía tener derecho a la dirección, lo que empieza a enfrentamientos con el nuevo director. Joaquín llama a Luis “el indocumentado” y Luis a su vez le llama “el innombrable”. Así que Pérez Embid para solucionar el enfrentamiento le envía como subdirector al Museo del Prado y conservador de las obras del siglo XIX procedente del Moderno de lo que por cierto era el mejor especialista, Yo con el mantuve siempre una amistad distante, El me dirigió un curso de Archivero Bibliotecario y Arqueólogo,
Luis González Robles |
Era sevillano y andaluz de verdad y ejercía como tal, aparentaba seriedad, pero era la persona con más sentido del humor que he conocido en mi vida. Yo viajé mucho con él por toda Europa y América y puedo contar centenares de anécdotas.
En ABC escribió un artículo Juan Manuel Bonet entonces director del Museo Reina Sofía con motivo de su muerte, para mi muy significativo ya que no era de la cuerda de González Robles, no estoy de acuerdo con parte del articulo Se salta toda la época en la que fue director del MEAC en que se construye el edificio de la Ciudad Universitaria y otras cosa importantes que hizo pero viniendo de alguien que no era de su círculo resulta muy clarificador
Genoveva hija de Javier Tusell, creo, está escribiendo o ya lo ha hecho una tesis doctoral sobre la persona y la época de González Robles10-7-2003
“Justo cuando el Ministerio de Asuntos Exteriores acaba de editar un importante libro en torno a la contribución española a un siglo de historia de la Bienal de Venecia, fallece en Madrid, a los ochenta y siete años de edad, el sevillano Luis González Robles, figura decisiva en el proceso de difusión internacional de nuestro arte de vanguardia, y artífice, entre otros triunfos, de ese momento de gloria que fue el pabellón español en la Bienal de 1958. Con el tiempo, algunos de quienes fueron sus protegidos en los años cincuenta se distanciaron de él, considerándolo, como no podía ser de otro modo, como alguien perteneciente al aparato cultural del franquismo. Pero lo cierto es que sin un comisario de Bienales como González Robles, o sin un director general de Relaciones Culturales como José Miguel Ruiz Morales, o sin directores del Museo de Arte Moderno como José Luis Fernández del Amo o Fernando Chueca Goitia, o sin directores del Ateneo de Madrid como Vicente Cacho Viu o José Luis Tafur, las cosas hubieran tardado mucho más tiempo en normalizarse en España, en materia de cultura y artes modernos.
A González Robles no lo recordamos como crítico de arte, que dentro de su generación no alcanzó el nivel de un Cirlot o un Santos Torroella, o el de su paisano y no precisamente correligionario Moreno Galván. Tampoco deja un enorme quehacer en materia de comisariado de exposiciones. Su gran realización, aquella que casi merece el calificativo de genial, fue el diseño de los envíos españoles a las Bienales de Venecia, Sao Paulo y Alejandría, y el de una serie de colectivas españolas en museos importantes. En un momento de cierta apertura cultural respecto de lo que habían sido los años iniciales del franquismo, él tuvo la intuición de que el potencial artístico español, en el que creía sinceramente, podía contribuir a mejorar la maltrecha imagen internacional del país. Conocía a los de «Dau al Set», y a los de «Parpalló», y a los de «El Paso», y a los jóvenes vascos. De 1956 en adelante, estos creadores, y otros de similar significación, fueron mostrados por él en las Bienales. El momento de gloria, como lo he indicado hace unas líneas, fue la de Venecia de 1958, en la que hubo premios para Tàpies y Chillida, entre otros. Un año antes, Oteiza había conquistado el Premio de Escultura en la de Sao Paulo. El proceso, que incluyó muestras en museos de muchos países, culminaría en 1960, con una operación en comandita con los norteamericanos, gracias a la cual dos museos neoyorquinos, nada menos que el MOMA y el Guggenheim, dedicaron sendas colectivas a nuestros entonces jóvenes artistas.
En años sucesivos, las cosas se tornaron menos fáciles para González Robles. Varios de los artistas más destacados iniciaron un proceso de radicalización política que los condujo «extra muros» del sistema. Costó más trabajo, entonces, integrar envíos coherentes a las Bienales, o desarrollar una política en el MEAC.La última vez que saludé a González Robles, al que traté poco, pero del que he oído todo tipo de anécdotas y sucedidos -qué lástima que no escribiera unas memorias-, fue en El Pardo, hace dos años, cuando recibió la Medalla de Oro de las Bellas Artes. El gesto del Monarca, recorriendo, a la vista de las dificultades de movimiento del crítico, la mayor parte de la distancia que lo separaba de él, constituyó algo emocionante. La medalla venía a reconocer, por encima de los avatares de la historia, la labor, sí, de una figura decisiva”.
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