4 de noviembre de 2010

Capítulo XII

De pequeño tengo un buen recuerdo que no quiero pasarlo por alto, era el médico de casa de mis abuelos, Don Rafael Benot, gaditano de nacimiento. Fue medico de mi madre desde que nació. Pasaba por casa con frecuencia para controlar los achaques de mi abuela que no era buena paciente y a mí también me veía y me recetaba un purgante de vez en cuando para limpiar los intestinos o repugnante aceite de hígado de bacalao como reconstituyente. Se tomaba un cafecito con ella y hablaban de esto y de aquello pues tenía buena relación de amistad. Era ya un anciano aunque tenía un porte elegante y marchaba derecho y a buen ritmo. Alto y delgado con un gran bigote imperial cano, en verano con terno y sombrero panamá, blanco de pies a cabeza y corbata de pajarita, Me trataba con mucho cariño, para mí era la persona más importante del pueblo. Tenía hijos de la edad de mi madre de los que era muy amigos, como Eduardo Benot  Moreno (Arcos de la Frontera, (Cádiz), 1900 - † Sevilla,1978) médico  cardiólogo y escritor, destacan sus obras Recuerdos imborrables y Arcos de la Frontera y la invasión francesa. Y una hija que no recuerdo de su nombre (¿María Teresa?) pero era la más intima amiga de mi madre, que se casa con un amigo común Higinio Capote (Arcos de la Frontera, (Cádiz),1904 - † Sevilla,1954), «poco conocido pero no olvidado por quienes le conocieron» muerto prematuramente, escritor, poeta y pintor que cultivó la amistad de Pedro Salinas, Romero Murube y Cernuda, entre otros, se considera uno más de la generación del 27, durante algunos años fue catedrático de literatura en el instituto de Jerez, allí yo le veía a menudo aunque no llegue a recibir sus clases, época en que mis padres y los Capotes Benot  se frecuentaban  y los pequeños éramos amigos, después se marcha de catedrático a Sevilla y no vuelvo a saber más de ellos. Sé que mi madre siguió manteniendo la relación y de vez en cuando iba a Sevilla a que la viera Eduardito como ella le llamaba, pues nunca estuvo bien del corazón. Un hijo José María Capote Benot (Arcos de la Frontera, 1943 - Sevilla, 1990) autor de “Epistolario de Luis Cernuda a H. Capote (1928-1932), en El surrealismo en la poesía de Luis Cernuda, Sevilla, 1976”.y un nieto el arquitecto Higinio González-Barba Capote han hecho trabajos sobre el poeta.

Mi mujer Piluca Gotor me contó que también conocía a su padre Pablo Gotor en la época sevillana.

El almacén que me suministraba los aparatos y productos fotográficos, ya como profesional en Madrid, estaba en la calle Eduardo Benot y también encontré este nombre en calles de otros pueblos e instituciones. A mi cualquier cosa me produce curiosidad y como coincidía este apellido con los de los amigos de mi madre me puse a indagar y encontré a un español ilustre Eduardo Benot Rodríguez (Cádiz, 26 de noviembre de 1822 - † Madrid, 1907), político, escritor, matemático, filólogo, lingüista y lexicógrafo español, perteneciente a la Generación de 1868, nacido en el seno de una familia culta y políglota: su padre, Julián Bernardo Benot, fue un oficial del ejército de Napoleón Bonaparte probablemente de origen piamontés que se afincó en la Bahía de Cádiz tras la Guerra de la Independencia, y su madre, Rafaela Rodríguez de Vicherón, una poetisa de noble cuna nacida en El Puerto de Santa María;

Retrato al óleo por Luis Menéndez-Pidal de Eduardo Benot
Eduardo Benot Rodríguez fue diputado a Cortes por Partido Republicano, elegido Diputado al Congreso (del que sería Secretario) por la circunscripción de Jerez de la Frontera, En la primera Republica fue Ministro de Fomento bajo la presidencia de Francisco Pi y Maragall a cuyo cargo estaban, entre otras, las tareas de Instrucción Pública, de Obras Públicas y de Agricultura. Como republicano tuvo problemas con la Restauración Monárquica y vivió un tiempo exiliado en Lisboa.


"¿Quién -aparte de los especialistas- recuerda hoy a Eduardo Benot? Es lamentable porque aquel hombre de pro, nacido en Cádiz en 1822, fue uno de los españoles más cultos, más polifacéticos y más enérgicos de su época: dramaturgo, matemático, filólogo, autor, además del título citado, de Arquitectura de las lenguas y de cuatro exitosas gramáticas (francés, alemán, inglés, italiano) que ponían el énfasis sobre el idioma hablado, diputado a Cortes, senador y ministro de Fomento del segundo gobierno de la República de 1873 -hasta el final de sus días Benot sería republicano acérrimo-, fundador del Instituto Geográfico y Estadístico, miembro de la Real Academia, y hasta algo poeta. Benot fue… mucho Benot.” *


Este importante español del que ahora se muchas más cosas de él, fue el padre de mi medico Don Rafael Benot

Al hablar de Capote y de la amistad con mi suegro Pablo Gotor no tengo mas remedio que referirme a él aunque sea brevemente, la persona que he conocido con más profundo sentido ético y sobre todo, con una alta dosis de responsabilidad ante la vida. Su primera vocación fue la pintura. Recibió clases en la escuela de Artes y Oficios siendo un alumno destacado. En los años 50 una vez que pase por la escuela de la calle Zaragoza en Sevilla vi un dibujo que aun seguia colgado despues de casi 40 años  del Moisés de Miguel Ángel realizado por él, ejemplo de un trabajo bien hecho. De esa época conservaba amigos pintores como Alfonso Groso, Juan Miguel Sánchez, Francisco Hohenleiter entre otros. Cuando cotaba con 14 años muere su padre, de personalidad irrepetible del que debió heredar mucho su hijo. Esta circunstancia familiar y económica le dio un nuevo rumbo a su vida. Buen estudiante muy adelantado entra en la facultad de Medicina, sus notas de esta época todas sobresalientes y matriculas de honor.


Pablo Gotor González


Carlos Jiménez Díaz con solo 24 años gana la cátedra de Clínica Médica de Sevilla, Gotor tenía 21años, estaba en los últimos cursos y se hacen amigos, amistad que duro toda la vida D. Carlos muere a los 69 Pablo 3 años después con la misma edad. Pablo Gotor era ademas un buen pintor lo que practico  toda su vida

Sánchez Mejías además de torero fue escritor y amigo de los de la Generacion del 27, poeta y autor de teatro “Sinrazón”, obra psicodramatica, una historia de locos sometidos a un experimento original: una terapéutica que buscaba la curación del paciente dándole la razón a sus disparatados razonamientos, es decir, haciendo verdad sus fantasías. Inspirada en el psicoanálisis de Sigmund Freud. Sánchez Mejías vivía cerca del manicomio de Miraflores en Sevilla, donde trabajaba un joven psiquiatra de veintitantos años Pablo Gotor, al que Ignacio frecuentaba en sus guardias, y le asesoraba como psiquiatra a montar el drama En el prologo de “Sinrazón”, sin citar su nombre, le agradece la ayuda que recibió de él para escribir esta obra, con la que triunfa en Madrid en 1928

* Ian Gibson El País 01/03/2005

Capítulo XI

Arcos de la Frontera
"Arcos de la Frontera es uno de estos postreros pueblos: imaginad la meseta plana, angosta, larga, que sube, que baja, que ondula, de una montaña; poned sobre ella casitas blancas y vetustos caserones negruzcos; haced que uno y otro flanco del monte se hallen rectamente cortados a pico, como un murallón eminente; colocad al pie de esta muralla un río callado, lento, de aguas terrosas, que lame la piedra amarillenta, que la va socavando poco a poco, insidiosamente, y que se aleja, hecha su obra destructora, por la campiña adelante en pronunciados serpenteos, entre terreros y lomas verdes, ornado de gavanzos en flor y de mantos de matricarias gualdas... Y cuando hayáis imaginado todo esto, entonces tendréis una pálida imagen de lo que es Arcos". (Azorín El Imparcial1905) 


Durante todos estos años todas las vacaciones me las pasaba en Arcos en casa de mis abuelos. Era una vivienda antigua pero rehabilitad quizás de cuando mi abuelo trajo el agua y edifico los depósitos, tenía cuarto de baños, con baño y lavabo de mampostería con un calentador de cobre alimentado con leña para el agua caliente y un retrete de cerámica que no se parecía en nada a los inodoros de ahora. La casa tenía una puerta directamente a la calle que rara vez se abría, un rodillo de tela relleno de lana o trapos colocado en la rendija que dejaba la puerta con el escalón para que no pasara el polvo de la calle que era terriza. La entrada de la casa se hacía por un patio ajardinado lleno de flores un "Jazmín" que recorría toda la tapia, un gran "Albérchigo" que daba unos frutos tan hermosos que eran la admiración de todos los que los veían, la "Dama de noche" que nos perfumaban en las calurosas noche de verano tomando el fresco, "Esponjas vegetales" que eran suficientes para usar por años y regalar a amigos y vecinos. "Rosas", "Hortensias" y "Crisantemos" para el cementerio. La vivienda tenía varios dormitorios que daban todos a una sala llenas de adornos que no servía para nada, una consola isabelina de caoba con varios quinqué que tuvieron uso antes de la luz electica y unos marcos con fotos sepias y flanqueada por dos maceteros modernistas con sendos gatos de escayolas, ánforas con plumas de pavo real y varias sillas thone de asiento de rejillas repartidas por la sala.
                                                                                                                                                                            


Blanco y negro y macetas con flores


De allí se pasaba al comedor habitación muy amplia de paredes encaladas, suelos de ladrillos rojos y techos de vigas como en toda la casa, una larga mesa vestida, flanqueadas de sillas rondeñas con asientos de eneas, un aparador con puertas de cristal donde se guardaba la vajilla y los manteles, la camilla con un brasero con copa,(tapa del el brasero para dosificar la salida de calor) Cerca de la mesa una gran cristalera del techo al suelo que daba al jardín. La cocina con anafes de carbón vegetal, (palabra que sino a desaparecido está a punto de desaparecer, no en Sudamérica que se sigue usando anafe de vitrocerámica o anafe de gas ...),  con un soplillo de esparto que se usaba para avivar el fuego, a las personas de mi edad, seguro que les trae recuerdos de la niñez, ver saltar las chispas que más de una vez me quemaron a pesar que me reñían -Niño no te acerques al anafe- Del comedor salía una escalera para el piso superior, había una habitación con un par de catres de tijeras, lecho de tela o de cuerdas entrelazadas, y armazón compuesta de dos largueros y cuatro pies plegables, cruzados en aspa donde dormían las chicas de servicio. El lavadero y la azotea con las ropas tendida al sol. Esta planta estaba a ras de la calle posterior de un nivel mas alto que la entrada principal, Tras los Molinos, donde estaba la puerta falsa El hueco de la escalera servía de despensa con puerta de rejillas para su ventilación
Cuando éramos muy pequeños mi abuelo no hacia traer al patio una carga de arena de rio para que jugáramos en ella y con ella. Esto era habitual en aquella época pues en los parques públicos, yo recuerdo en Jerez, lugares acotados con arena para que los niños jugaran (que poco higiénico ¿verdad?).
Me encantaba estar en Arcos y ejercer como arcense.
Puerta de Matreras
En Navidad con la zambomba y una riquísima variedad de villancicos. Mis abuelos vivían en el Pozo Hondón posiblemente en el barrio más pobre de Arcos, no porque ellos fueran de esa condición, sino porque era el sitio más adecuado para un inteligente negocio de venta de agua potable que él creo. Era conocido por “El grifo”, los depósitos que contenían el agua tenían esos artilugios y era la primera vez que lo conocían en el pueblo para ese uso. Mis abuelos eran propietarios de la huerta de San Francisco, huerta del convento franciscano, probablemente de la desamortización, que tenía abundante agua de muy buena calidad que trasvasaba por una tubería que construyo de unos dos kilómetros hasta donde tenía los depósitos en aquel barrio que estaba en la parte baja del pueblo.
Ahora las bebidas alcohólicas, lógicamente prohibida para los menores,  yo no puedo recordar cuando probé por primera vez el vino, a veces pienso que sería con el biberón. Mi abuela por las mañanas en el desayuno me daba un candiel como reconstituyente, fue una bebida muy popular que se administraba, como si de una medicina se tratara para casos de desvanecimientos o desmayos a consecuencia de una bajada de tensión o debilidad y por diferentes causas, su composición era un vaso de amontillado una yema de huevo y azúcar lo que me producía un leve y dulce sopor en un estado de ensoñación, después andaba jugando por el pueblo hasta que se aproximaba la hora del almuerzo que me reuniría con mi abuelo que paraba en un bar de tertulia con sus amigos, para volver a casa con él, no sin antes dijera al camarero, Canario, que era como se llamaba o le decían al tabernero, ponle al niño una copita de vino dulce con una tapita de riñones al jerez, aperitivo que me sentaba muy bien y volvíamos a casa abierto el apetito y un dulce mareíto En casa, la de Jerez no faltaba la garrafa de oloroso seco, “El Tresillo” que suministraban gratis de las bodegas del tío Raimundo y tomábamos en las comidas.


Calle del Altozano
No quiero prolongar las historias de mis abuelos paterno y materno que por cierto son muy interesantes y daría para muchos capítulos
En Arcos tenía amigos de mi edad en aquel barrio pobre de niños descalzos y harapientos con la desaprobación de mi abuela, andábamos por los montes de alrededor, “Las Canteras”, solo quedaban restos de lo que en otros tiempos sacaban piedras para la construcción, cogíamos nidos y otros bichos, y jugábamos con una pelota de trapos que se recubría de una malla de tomiza para que no se deshiciera. También subíamos con panderos (cometas) hecho de cañas papel de periódicos y trapos para la cola, lo más caro de todo era el hilo de cáñamo que había que comprarlo. Todos teníamos motes a mi me llamaban “El Mochuelo”, creo que me lo pusieron por que aun hoy dicen que miro con mucho descaro, fijamente mantenido la mirada y entonces con unos ojos grades